Asesoría jurídica: qué es y cómo nos beneficia

La complejidad del Derecho y de las leyes nos impide, en muchas ocasiones, realizar diversas gestiones por nosotros mismos. Se impone, entonces, la necesidad de disponer de ayuda profesional. Desde el pequeño consejo hasta la más complicada de las operaciones jurídicas, la figura del asesor resulta de vital importancia en los más variados trámites legales que habremos de afrontar durante nuestra vida, tanto en aspectos personales como profesionales.

La principal función de la asesoría jurídica es asistir al cliente en todo lo relacionado con el Derecho y cada una de sus ramas. Al tratarse de un campo tan amplio, y que de hecho no cesa de crecer, podemos dividir el asesoramiento jurídico en tres grandes grupos, cada cual con sus subcategorías y complejidades propias: familiar, laboral y mercantil.

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La asesoría jurídica familiar atañe a litigios propios del ámbito doméstico, desde divorcios a testamentos, pasando por custodia de hijos y los más diversos asuntos patrimoniales. De aspectos relativos al trabajo se encarga la asesoría jurídica laboral, como pagos o despidos, por nombrar los dos más comunes. Por su parte, la asesoría jurídica mercantil se centra en aspectos comerciales, que pueden afectar tanto al cobro de cheques como a la fundación empresarial.

La asesoría adecuada

A la hora de contratar los servicios de un asesor profesional hay que tener en cuenta varios aspectos. Para empezar, es preciso desterrar el mito de que una asesoría de prestigio es siempre la mejor de nuestras opciones. Las tarifas, por ejemplo, quizás no se ajusten a nuestras expectativas presupuestarias. Además, aunque es de esperar un servicio excelente, en ocasiones, la amplia demanda del gabinete puede desplazar nuestra gestión a un plano secundario.

Como en la mayoría de los sectores profesionales, nuestro asesor ideal será aquel que dispone de tiempo para abordar con efectividad nuestra demanda, y que, al mismo tiempo, nos cobrará unas comisiones que se adapten a la cantidad que teníamos previsto desembolsar. De nuestro asesor cabe esperar, asimismo, constancia en el desempeño de sus funciones y una comunicación fluida, incluyendo claridad expositiva y una total franqueza acerca del rumbo de nuestras gestiones.

Para hallar una asesoría óptima para nuestros intereses, conviene dedicar tiempo a la búsqueda. Es preciso seleccionar varias opciones y pedir presupuestos a todas ellas. Por muy obvio que suene, es imprescindible conocer, y saber expresar con exactitud, las necesidades concretas del asunto legal para cuya resolución precisamos asesoramiento.