Hartazgo, creo que es la palabra. No es el caso de esta, una empresa que paga lo acordado y lo hace con puntualidad. Pero sí de una buena cantidad de empleadores que se aprovechan del teletrabajo y, sin más y con toda la cara dura, deciden que eso de pagar no les va a hacer ricos.
Enfriemos el discurso y concretemos: la falta de trabajo en el sector de periodismo y la escritura nos ha llevado a muchos a darnos de alta en el registro de autónomos y a facturar –exentos de IVA, por cierto- en el epígrafe de producción artística y literaria. Hasta aquí, lógico: hay una necesidad y se cubre a cambio de un dinero. Pero, a partir de este punto entramos de lleno en el terreno de lo absurdo.