Hay un momento en la vida en el que solemos pensar que será el día más feliz de nuestra vida. Se trata, como no podía ser de otra manera, del día de nuestra boda. Es un día en el que unimos nuestra vida a la de esa persona que tanto amamos, que será el amor de nuestra vida y con quien estaremos hasta que “la muerte nos separe”. O al menos eso suponemos en el momento en el que damos el sí quiero.
Sin embargo, a veces las cosas no salen como uno espera y nos vemos obligados a tomar la solución drástica de separarnos de esa persona para pensar en el camino que queremos seguir, el cual suele ser el divorcio. Un divorcio es uno de los trámites más complicados que podemos atravesar en nuestra vida por la gran cantidad de problemas que suele conllevar. Sin embargo, podemos intentar poner todo de nuestra parte para conseguir un divorcio tranquilo que nos haga llegar a buen puerto en el menor tiempo posible y con menor desgaste emocional.
El divorcio de mutuo acuerdo es la mejor opción
Cuando decidimos dar el gran paso que supone un divorcio, la mejor opción que podemos escoger es tramitar ese divorcio en bueno términos y de mutuo acuerdo para que el trámite suponga el menor impacto psicológico y emocional para cada uno de los cónyuges, por eso es esencial que exista mutuo acuerdo en cada una de las partes del divorcio.
En lo primero que debemos ponernos de acuerdo es también uno de los temas más espinosos de este tipo de acuerdos, y es la custodia de los niños en el caso de que los haya. Si el divorcio se lleva a cabo en buenos términos, ambas partes pueden acordar mantener una custodia compartida para que así los niños puedan pasar tiempo con sus padres de igual manera. En caso contrario, la custodia de los hijos suele suponer uno de los litigios más largos y desgastantes cuando se plantea el divorcio.
Una vez determinado el tema de la custodia, es cuando debemos hablar de cuestiones específicamente económicas y de patrimonio. Lo justo en un divorcio de mutuo acuerdo es repartir todos los bienes de la pareja así como el dinero y demás posesiones a partes iguales. De este modo, ninguna de las dos partes saldrá perjudicada en el acuerdo de divorcio.